viernes, 19 de junio de 2009

UN ALTO EN EL CAMINO



Llegan las vacaciones. Pensamos en el más que merecido descanso. Necesitamos reponer fuerzas y volver en septiembre con renovadas energías. En definitiva, necesitamos hacer un alto en el camino, en el camino de nuestros estudios. Pero este alto no ha de suponer un punto y final. Ha de ser un punto y aparte que nos permita reflexionar sobre el párrafo anterior, al tiempo que nos abra la luz del próximo párrafo. Os deseo a todos/as unas FELICES Y FRUCTÍFERAS VACACIONES

Os dejo un cuento que, por su contenido, nos va a llevar al campo de la SOLIDARIDAD. Espero que os guste.

Un alto en el camino


En un lejano país hubo una vez una época de gran pobreza, donde sólo algunos ricos podían vivir sin problemas. Las caravanas de tres de aquellos ricos coincidieron durante su viaje, y juntos llegaron a una aldea donde la pobreza era extrema. Era tal su situación, que provocó distintas reacciones a cada uno de ellos, y todas muy intensas.

El primer rico no pudo soportar ver aquello, así que tomó todo el oro y las joyas que llevaba en sus carros, que eran muchas, y los repartió sin quedarse nada entre las gentes del campo. A todos ellos deseó la mejor de las suertes, y partió.

El segundo rico, al ver su desesperada situación, paró con todos sus sirvientes, y quedándose lo justo para llegar a su destino, entregó a aquellos hombres toda su comida y bebida, pues veía que el dinero de poco les serviría. Se aseguró de que cada uno recibiera su parte y tuviera comida para cierto tiempo, y se despidió.

El tercero, al ver aquella pobreza, aceleró y pasó de largo, sin siquiera detenerse. Los otros ricos, mientras iban juntos por el camino, comentaban su poca decencia y su falta de solidaridad. Menos mal que allí habían estado ellos para ayudar a aquellos pobres...

Pero tres días después, se cruzaron con el tercer rico, que viajaba ahora en la dirección opuesta. Seguía caminando rápido, pero sus carros habían cambiado el oro y las mercancías por aperos de labranza, herramientas y sacos de distintas semillas y grano, y se dirigía a ayudar a luchar a la aldea contra la pobreza.

Y eso, que ocurrió hace tanto, seguimos viéndolo hoy. Hay gente generosa, aunque da sólo para que se vea lo mucho que dan, y no quieren saber nada de quien lo recibe. Otros, también generosos, tratan de ayudar realmente a quienes les rodean, pero sólo para sentirse mejor por haber obrado bien. Y hay otros, los mejores, a quienes no les importa mucho lo que piense el resto de generosos, ni dan de forma ostentosa, pero se preocupan de verdad por mejorar la vida de aquellos a quienes ayudan, y dan mucho de algo que vale mucho más que el dinero: su tiempo, su ilusión y sus vidas.

¡Aún estamos a tiempo de cambiar al grupo bueno!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, soy Natalia y quiero hacer un comentario de un alto en el camino:
A mí me ha gustado mucho y me recuerda a esto que es parecido:
Está un pobre pidiendo y un hombre que no es rico le da 10 euros sin que nadie le vea y un rico para que le vea todo el mundo le da 500 euros. ¿Quién es el que lo ha hecho mejor?
Yo creo que el que ha dado diez

Anónimo dijo...

Marta dijo:
Hola:
El cuento de "Los tres Viejecitos"
Me ha gustado mucho porque para mi los tres valores son importantes, pero el amor me parece el más importante.